miércoles, 30 de septiembre de 2015

Un almuerzo particular. Elogio a Cesar Moreno

Es sábado 26 de Septiembre de 2015. Son las siete y media de la tarde y estamos parados en la vereda de la casa de César Moreno mirándonos perplejos. Acabamos de ser agasajados por nuestro Maestro con el mejor de los regalos que pudiese brindarnos. Nos hizo partícipes por un rato de su mundo privado, nos cocinó, nos agasajó y nos hizo sentir de mil maravillas. No tenemos más que decirle gracias.

La reunión surgió espontáneamente de él. Creemos que como una especie de despedida del cursado. O quizás también como una bienvenida al mundo del vino. O ambas cosas a la vez. Propuso la fecha. Dijo que él cocinaba y que nosotros llevásemos los vinos. Y así fue. A las 13:30 de ese sábado estábamos listos y portando cada uno dos o tres botellas elegidas para la ocasión.
La misión del sommelier en éste mundo es la de unir con su conocimiento bebidas y comidas. Encontrar los mejores meridajes y hacer de la situación culinaria una experiencia mucho mejor. Pero estábamos a ciegas, ya que no sabíamos lo que Moreno iba a concinar...
La salida al laberinto la encontramos por arriba, Nos decidimos a llevar los mejores vinos que se nos ocurrieran. Y a esperar que el sol no derritiese nada que nos mantuviera en vuelo.
La primera vez que vi a Cesar Moreno fue una tarde de abril de 2014 en el hall de entrada de la Escuela Gato Dumas. Era el primer día de clases del curso de sommelier y llegaba tarde y con cara de pocos amigos. Pidió la llave del salón y subió las escaleras hacia el primer piso sin pronunciar palabra y como si no existiesemos. En ese momento miré a una de las chicas que trabajan alli que ante mi asombro dijo algo así como "es un personaje... Ya lo van a conocer".  Un año y medio despues está con una sonrisa abriéndome las puertas de su casa e invitándonos a comer un almuerzo particular.
Ponemos el foco en los vinos, porque se eso se trata éste espacio, pero demás está decir que la comida fue brillante. No daremos demasiadas especificaciones tècnicas por falta de conocimientos, ustedes sabrán disculpar.
Para envinar el paladar arrancamos con  un tranquilo, medio mantecoso y rico Torrontés de Gimenez Riili. Buen torrontés, amable y bastante alejado de la nota salvaje de sus primos salteños.

Y empezamos por el principio, es decir la entrada. Fotos ilustran y acompañó cava de Freixenet. Gran Carta Nevada. Una delicia en copa acompañando una exquisitez en el plato.



Un segundo paso hojaldrado acompañado por la rareza de los brotes de arvejas dió paso al Las Perdices Tinamu. Un blend con preeminencia de malbec proveniente de Agrelo en Lujan de Cuyo que acompaño muy bien al preparado magistral de Cesar.



Para el tercer paso abrimos  un blanco que sorprendió. Don Moreno trajo un Chenin Blanc Tributo de Bodegas Jean Rivier. De San Rafael un vinazo blanco estupendo que acompañó una carne blanca en preparado monumental. Aclaro que en la foto aparece una copa con tinto, pero es que quedó del paso anterior. 


Y recién estábamos empezando.
Para el cuarto paso decidimos abrir una de las estrellas de la tarde. El gran Capitán Kaller trajo un Cobos Malbec 2009. Uf. Debimos haberlo decantado un rato más. En nariz apasionantes notas de chocolate y café en una paleta profusa. En boca potente, algo evolucionado. Una maravilla acompañando perfecto  y extrañamente unas brochettes buenísimas.


Y ya que estábamos en el baile, había que bailar. Siguió un Catena Estiba Reservada 2008 que el sommelier del Pueblo sacó de la galera a último momento. Sorprendió cierta acidez fresca a pesar de los años y una complejidad alucinante. Acompañando el plato principal, una bondiola de cerdo que se cortaba con la vista.

Y luego otro caño. Lindaflor La Violeta Malbec con toda la potencia y sabor de las manos de don Pelleritti.

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Y también un Nòmade Reserva Syrah  2003 en la cumbre de su evolución.
Y cuando parecía que estábamos llegando al final, llegaron los quesos!


Si se están preguntando si era el momento indicado para la tabla de quesos, les podemos asegurar que sí. Y cada uno cumplía su función perfectamente.
Y finalmente si señores, el postre preparado por nuestra pastelera Pitu Cucchietti. Acompañó el fortificado de Trapiche Profuso. Muy bien.


Hubo además charlas, risas, anécdotas y conclusiones y para el final tragos especiales para cada uno.
No se puede pedir más.
He andado por muchos espacios de estudio en diferentes niveles y es la primera vez que me topo con un docente que hace lo que Cesar Moreno hizo con nosotros. Gracias Maestro!





Fuimos de la partida:
Marcela Martinez
Gustavo Tomassoni
Bernardo Kaller
Pitu Cucchietti
Lisandro Falcone
Cesar Moreno y Stella Maris Paron, su esposa.